El universo de la ciencia nos envuelve en un constante asombro. En su vastedad, nos enfrentamos a incógnitas que desafían nuestra comprensión. Una de estas incógnitas es la estrella supergigante roja Betelgeuse, cuyo destino podría haber tomado un giro sorprendente que impactaría nuestra visión del cosmos.

Desde tiempos medievales, Betelgeuse ha sido objeto de fascinación para los astrónomos. Hoy, sabemos que esta luminosa maravilla es una estrella en sus etapas finales de vida, una gigante roja que brilla con una intensidad inigualable en el firmamento nocturno. Su radiante fulgor, junto con la constelación de Orión, ha evocado tanto la inspiración de poetas como el escrutinio de científicos. No es de extrañar que esta supergigante roja ocupe un lugar especial en la espiritualidad de muchos pueblos alrededor del mundo.

Betelgeuse, también conocida como α Orionis, es la estrella principal de la constelación de Orión. En su estado actual, brilla con una magnitud promedio de 0.5 y porta consigo el peso de casi 20 masas solares. Sin embargo, esto es solo una parte de su intrigante historia cósmica.

Betelgeuse, en su juventud estelar, pudo haber sido mucho más modesta en brillo antes de experimentar una transformación que la infló en una supergigante roja. Este aumento en su brillo se debe a procesos internos de desintegración que han estado ocurriendo durante innumerables millones de años. Durante su metamorfosis, Betelgeuse devoró su propio sistema planetario y, si la ubicáramos en nuestro propio sistema solar, ocuparía el espacio desde el centro hasta Júpiter.

La posibilidad de que Betelgeuse colapse es una fuente de asombro y emoción para los astrónomos. Si este colapso ocurriera, presenciaríamos un espectáculo celestial sin precedentes. El astrofísico Nail Degrease ha reflexionado sobre esta inminente catástrofe y nos ofrece una perspectiva única. La explosión de una supergigante tan próxima a la Tierra es un evento excepcional que, aunque pueda parecer aterrador, también es una oportunidad invaluable para los investigadores.

Cuando las reservas de combustible en el corazón de Betelgeuse disminuyan por debajo de un umbral crítico, el colapso se desencadenará. Desde la Tierra, seremos testigos fugaces de este fenómeno cósmico, una breve pero intensa exhibición de la grandeza estelar.

La historia de las supernovas en nuestra galaxia se remonta a siglos atrás. Las primeras explosiones supernovas registradas en la historia, visibles desde la Tierra, datan de los años 106 y 154 d.C. Estos eventos fueron observados por diversas culturas, dejando su huella en escritos chinos, árabes y japoneses. En 1987, una supernova brilló en nuestra vecina, la Gran Nube de Magallanes, a pesar de su distancia de 170,000 años luz.

El destino de Betelgeuse ha intrigado a la comunidad científica en tiempos recientes. Cambios notables, como fluctuaciones significativas de brillo y transformaciones en su forma, han inquietado a los astrónomos. Un estudio japonés reciente, publicado en The Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, sugiere que el fin de Betelgeuse podría estar más cerca de lo que imaginamos. Las estadísticas, que apuntan a una supernova por galaxia cada siglo, también respaldan esta posibilidad. La última supernova visible desde la Tierra en la Vía Láctea ocurrió hace 400 años, lo que significa que estamos en deuda con el cosmos por otro espectáculo estelar.

Los cambios en Betelgeuse han desconcertado a los científicos. En 2019, se registraron transformaciones dramáticas en su espectro óptico y su capa fotosférica, la región desde la cual emana su luz visible. Una expansión notable de esta capa sorprendió a los observadores, seguida de una disminución en el flujo de material en noviembre de ese año. Pero la sorpresa llegó en 2020, cuando Betelgeuse experimentó un mínimo de brillo sin precedentes durante varios días, un año después de que cesara su flujo de material.

Los investigadores inicialmente temieron lo peor, pero pronto llegaron a la conclusión de que Betelgeuse había protagonizado un fenómeno estelar común conocido como "Ejecución de Masa Superficial". Este evento, similar a una erupción volcánica a escala estelar, resultó en una pérdida masiva de materia, obstruyendo temporalmente nuestra visión de la estrella y oscureciéndola. A pesar de esta turbulencia, Betelgeuse continuó su danza estelar, mostrando cambios en su pulso de brillo y sus patrones de comportamiento.

En la Tierra, seguimos observando esta estrella en constante evolución, sabiendo que cada día podría revelarnos más secretos sobre su destino. ¿Podría ser que estemos mirando una estrella que ya no existe, una estrella que ya haya detonado su espectacular explosión final? La incertidumbre del cosmos nunca deja de asombrarnos, y Betelgeuse, en su esplendor y misterio, sigue siendo una joya inigualable en el firmamento.